miércoles, 26 de marzo de 2014

QUERIDO ADOLESCENTE...

¿Cuántos familiares y amigos de las familias estáis desgastados por la actitud de rebeldía que desvanece la relación con los jóvenes adolescentes? Hoy en nuestro blog, queremos deleitaros con las fases por las que pasa cualquier niño en su transición a la vida adulta. No podemos deciros ni a los adultos ni a los adolescentes como tratar a cada persona, pues es una etapa muy complicada por la que todos hemos pasado, e incluso en la cuál, hasta la más aplicada y buena de las personas, se vuelve rebelde. Sin embargo, sí podemos ofrecer un mayor conocimiento de las etapas por las que uno se sucede cuando tiene entre 9 y 18 años, y pequeños consejos que a veces funcionan bien. Dado que lo normal es que el adolescente necesite orientación, las recomendaciones que aquí hagamos, seguramente están más orientadas a los adultos que a los adolescentes.

  Todo comienza con un cambio de actitud en el niño, que progresivamente realiza actos más negativos y rebeldes. En esta primera etapa, la comprensión y amor que la familia pueda ofrecer al adolescente es fundamental. No hay que darle al niño todo lo que pide, pero sí quizás, ceder en mayores ocasiones en mayor medida que se había hecho hasta el momento. Cuando el niño todavía no estaba experimentando cambios de comportamiento, si no se le quería dar algo, no se le daba, y todo quedaba en un pequeño berrinche. En el momento en el que una persona comienza a hacerse adolescente, todo es diferente, y una discusión que aparentemente para el adulto no tiene importancia en un principio, puede terminar en el distanciamiento entre los implicados. La oposición a todo lo que se le asesora y se le ordena, es uno de los puntos fuertes del carácter del adolescente.

  Un poco más entrados en años, los adolescentes, comienzan a reclamar su independencia. Quizás es en este momento cuando los familiares quedan totalmente aborrecidos por la situación. Ya que a la rebeldía, se acumulan las acciones de desobediencia. Se produce entonces en los familiares una sensación de no poder controlar al joven, que quizás deje desamparados a muchos. Tal vez, este momento pueda aprovecharse para fomentar la responsabilidad del adolescente, si bien, poniendo siempre unos límites.

  Como punto final a este artículo, cabe comentar, que el adolescente es muy sensible, y cualquier comentario negativo (o incluso a veces positivo) sobre los cambios que tanto la mente del joven como su físico esté experimentando, puede crearle cierta depresión u obsesión por sus cambios. Así que hay que prestar bastante atención a todo los que se dice sobre el tema, tanto si se hace cuando el adolescente esté presente como cuando no lo esté.

  Esperamos desde siente que sabes, que este artículo os haya servido de utilidad. No olvidéis seguirnos en Facebook, Twitter y Google Plus.

  Un saludo a tod@s.
 

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