En la adolescencia aparecen una serie de transformaciones
emocionales, debido a los cambios hormonales que se dan en el cuerpo. Así pues,
además de modificarse nuestro físico, se transforma nuestra mentalidad. Durante
la niñez, el desarrollo físico va a en concordancia con el desarrollo mental,
pero al alcanzar la pubertad, el cuerpo se desarrolla en mayor medida que el
cerebro, y se producen cambios hormonales, que llevan a sentir emociones que
durante la época infantil no habían tenido lugar. Estas emociones, son
incomprensibles para la mayoría de los adolescentes, y aprender a expresarlas y
controlarlas, en muy complicado. Incluso nos resulta difícil expresarnos y
controlarnos a los adultos, así que nos podemos imaginar, lo difícil que
resulta para un adolescente.
En muchas ocasiones, las emociones que se producen en los
adolescentes, son una reacción de reflejo por algún suceso ocurrido. Por un
lado, el adolescente percibe un hecho que le ocasiona cierta tensión, depresión
u otras emociones; por otro, hay que considerar que el adolescente, como no
entiende lo que está sintiendo, no puede expresarlo, y por tanto, es muy
difícil controlar esas emociones, o que los padres y adultos del entorno,
puedan asesorar al adolescente de alguna manera. Todo ello, se acumula en la
mente del adolescente, y ello conlleva la evolución a otras cosas y emociones.
Algunos especialistas, aplican el método de favorecer la
reflexión durante un tiempo sobre lo que está transcurriendo por las mentes del
adolescente, y poder actuar positivamente sobre lo que está sucediendo.
Para controlar las emociones debemos centrarnos en las cosas
que sean de seria consideración y justa, adoptando ideas positivas y dejando
las negativas, no es fácil pero con empeño y atención al adolescente es
posible.
Hay momentos, en los que recurriríamos a los medicamentos,
pero si bien, con una atención adecuada y una escucha activa, se puede dar
solución a muchas cuestiones, antes de llegar a la situación límite en que no
haya vuelta atrás. Nadie dice que sea fácil y que no requiera esfuerzo, pero
estando atento, observando y escuchando, comprobaremos que quizás los
adolescentes de nuestro entorno, únicamente están solicitando adquirir mayores
responsabilidades.
En el caso de los adultos, quizás no sea necesario que nos
orienten, pero sí debemos aprender a expresar nuestros sentimientos. El conocer
el origen de la cuestión, es la clave para solucionar muchas situaciones.
La pregunta que debemos hacernos para descubrir por qué
nosotros o los demás están mal es:
“¿Qué siento?” “¿Qué ha sucedido realmente?”
“¿Qué sientes?” “¿Qué ha sucedido realmente?”
Una vez recabada la información, tenemos todos los datos para
solucionar el problema.
Solucionar todo esto, nos otorgará beneficios. Y hay que
recordar que la mejor forma de afrontar situaciones difíciles es con positivismo,
con alegría y tendiendo la mano, sobre todo en el caso de los adolescentes,
para que tengan la confianza suficiente, y así puedan expresarse.
Además, compartir con otras personas experiencias
emocionales no solo genera bienestar en
el momento, sino que también favorece la vida diaria de los adolescentes. En
añadido, las familias en las que hay adolescentes, está claro que no los van a
abandonar. Pero un adulto que no controla ni expresa sus emociones de forma
adecuada, puede sufrir marginación, y comprobar que cada vez se queda más y más
abandonado.
Las emociones es algo importante, algo que influye mucho en
el desarrollo de la personalidad del adolescente. Pero por supuesto, también
son importantes en los adultos.
Esperamos que os haya gustado este pequeño artículo, realizado
por Marta Cuartero y Judith Piedrafita.
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